Jennifer Lawrence
Una historia que motiva a enfrentar las dificultades
Jennifer Lawrence es una destacada actriz de Hollywood, conocida por su versatilidad y talento, consolidó su carrera con su actuación en El lado bueno de las cosas, por la cual ganó un Premio Óscar a la Mejor Actriz en 2013. Además, ha sido parte de grandes producciones como X-Men y “¡Madre!”.
Jennifer Lawrence, fue diagnosticada con TDAH de pequeña, era tan impulsiva y llena de energía que sus familiares la comparaban con un explosivo. De hecho, su apodo era “Nitro”, por el famoso detonante: nitroglicerina, así también sufrió de ansiedad social.
«Cuando mi madre habla de mi infancia, siempre dice que había una luz dentro de mí. Sin embargo, cuando fui a la escuela, la luz se apagó», «Nunca supimos lo que era, una especie de ansiedad social. Pero no tenía amigos». lo cual puede que generó que se sienta rechazada por sus compañeros.
Su trayectoria en el cine
«Un día, les rogué a mis padres que me llevaran a un casting», comentaba para la revista. «Fuimos a Nueva York y ahí es donde empecé a actuar. Sobre el escenario, mi madre vio un gran cambio en mí. Observó como mis ansiedades desaparecieron», añadía Jennifer Lawrence. Una vez encontrada su vocación pudo encajar perfectamente en su lugar, una vez empezado el instituto.
Dicha vocación y esfuerzo han conseguido que consiguiese un Óscar a una edad muy temprana y además cosechar un gran éxito con la saga “Los juegos del hambre”. Finalmente la actriz añadía a Madame Figaro: «Me hizo muy feliz (el casting) porque me sentía bien. Por eso mi madre luchó para que me convirtiese en actriz».
Una niñez complicada
Jennifer Lawrence nació en un pueblo de Kentucky, como la hija menor de un padre obrero, y una madre que trabajaba en campamentos de verano. Sus padres manejaron su crianza con mucha sinceridad, tanta, que llegaron a confesarle que no querían tenerla, la pareja no esperaba más hijos. La actriz obtuvo en su casa el apodo de “Plays with fire”, en referencia a que “jugaron con fuego” y se quemaron: “Mis padres habían decidido no tener más hijos, pero llegué yo”, explicó
Jamás podría imaginarse que Jennifer Lawrence atravesó una terrible infancia. “Mi niñez fue infeliz, yo vivía muy ansiosa. De hecho, hasta tuve que ir a un terapeuta porque mis papás ya no sabían qué hacer conmigo. Fue una etapa muy dura. No quiero dar a entender que fui infeliz siempre, pero en mi infancia no la pasé bonito”, dijo la actriz en una entrevista a ‘Vogue’.
Paso por una difícil etapa, estuvo con psiquiatras y se mantuvo medicada para tratar sus dificultades, ayudándola mucho para desarrollar sus capacidades, luego en el Instituto las logró iluminar su camino y convertirse en la gran actriz que es.
Lucha con sus inseguridades
El rechazo de sus compañeros, sumado al trato en su familia, hizo que Jennifer Lawrence encontrara en el teatro una vía de escape, y en las mentiras una forma de tolerar aquella realidad. Confesó que se convirtió en una mentirosa compulsiva, y dijo en la escuela que su familia era millonaria. Siguió participando en obras de teatro de la escuela y la iglesia, hasta que, cuando tenía 14 años, un cazatalentos le ofreció una audición. Esa vez, su madre se interpuso, argumentando que era un engaño.
A los 16 años no aguantó más, y se mudó a Nueva York dispuesta a seguir actuando. Se instaló en un departamento sin muebles y con ratas. “Me criaron las ratas y eso te hace más fuerte. Llegué a un punto en el que literalmente compartía mi comida con ellas. No tenía nada de dinero. Me comían el pan, lo único que tenía, y yo llegaba con hambre, le sacaba el pedacito mordido, y el resto me lo comía”, dijo en una entrevista a ‘The Sun’.
Pese a su dura infancia y después de pasar varios años conviviendo con ratas en un departamento de Nueva York, con tan solo 31 años, Jennifer Lawrence ha ganado varios premios, entre ellos un Óscar como mejor actriz por su actuación en Silver Linings Playbook, además ha sido reconocida como una de las artistas más talentosas de Hollywood y una de las mejor pagadas
Ella es un claro ejemplo de que el acompañamiento adecuado y el apoyo familiar y profesional son factores importantísimos para que la calidad de vida de una persona pueda mejorar.